“Elegir la vida de las personas antes que los beneficios y las rentas”

Entrevista a Mariana Mortágua

31/01/2024
Andrea Peniche
Arruada, Corroios Festivities (Seixal), September 2023

El 10 de marzo se celebrarán elecciones legislativas anticipadas en Portugal. El Presidente de la República destituyó al Gobierno el 7 de diciembre y disolvió el Parlamento el pasado 15 de enero, poniendo fin a un gobierno de mayoría absoluta del Partido Socialista, elegido el 30 de enero de 2022. El gobierno en funciones no fue capaz de resolver las principales dificultades de la población —la crisis inmobiliaria y la quiebra de varios servicios públicos, especialmente la sanidad y la educación— lo que, unido a varios procesos judiciales e investigaciones por mala conducta financiera de miembros del Gobierno, nos llevó a la convocatoria de elecciones anticipadas. Se trata de unas elecciones difíciles para la izquierda, debido a la apelación al "voto útil" en favor del Partido Socialista en el contexto de un ascenso electoral de la extrema derecha, según indican las encuestas. En estos meses asistimos a reconfiguraciones en la derecha tradicional, con la aparición de una coalición preelectoral en torno al principal partido (PSD). En la izquierda, más de 150 personalidades —ex gobernantes, escritores, músicos, periodistas, editores, médicos, arquitectos, sindicalistas e investigadores universitarios— han hecho un llamamiento a los partidos de izquierda para que "presenten sus propuestas y den a conocer los compromisos que están dispuestos a asumir para resolver los problemas que aquejan al país".

Estos son algunos de los temas de la entrevista con Mariana Mortágua, coordinadora del Bloco de Esquerda desde mayo de 2023.

Mariana Mortágua, 37 años, natural de Alvito, en el distrito de Beja, al sur de Portugal, es economista. Es doctora por la Universidad de Londres y actualmente enseña macroeconomía y economía política en el ISCTE de Lisboa. Es diputada desde 2013, ha sido reelegida tres veces y se ha dado a conocer por su destacada participación en varias comisiones de investigación sobre escándalos financieros. Fue elegida coordinadora del Bloco de Esquerda en 2023 y encabeza sus listas electorales para las elecciones legislativas del 10 de marzo de 2024. En esta entrevista, le pedimos que presente al Bloque de Izquierda y sus posiciones.

El próximo 10 de marzo, Portugal elegirá un nuevo parlamento. ¿Por qué y cómo cayó un gobierno con mayoría absoluta, obtenida en las últimas elecciones (enero de 2021), lo que provocó que se convocaran estas elecciones anticipadas?

Para abreviar, debemos recordar que en 2015, tras cuatro años de gobierno de la derecha y una Troika (BCE, FMI, Comisión Europea) que impuso un violento programa de austeridad, se eligió un parlamento con una mayoría formada por el Partido Socialista (PS), el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista (PCP). A pesar de que estos partidos nunca habían cooperado de esta manera anteriormente, se firmó un acuerdo por escrito para formar una nueva mayoría parlamentaria. El BE y el PCP no formaban parte del gobierno y eran libres para oponerse a él en cualquier cuestión que consideraran oportuna, pero sí se definieron una serie de objetivos comunes: poner fin a las privatizaciones; aumentar el salario mínimo; abolir una serie de medidas de la Troika; en particular sobre la jornada laboral y otros derechos sociales; reducir las tasas académicas en la enseñanza superior pública y las tarifas del transporte público, legislar sobre los derechos de las mujeres; la comunidad LGBTQI+ y los inmigrantes, entre otras cuestiones. Esto fue aceptado y seguido.

A pesar del éxito de la fórmula, en las siguientes elecciones de 2019 el PS pidió mayoría absoluta para marginar a los partidos de izquierda y evitar su presión. Fracasó. A pesar de cierta reducción en el número de votos del PCP, el Bloco de Esquerda mantuvo el mismo número de diputados (y alrededor del 10 por cien del voto popular). Tras este revés, el gobierno de António Costa rechazó un nuevo acuerdo —que necesariamente tendría que ser más exigente para resolver problemas cruciales, como la inversión en el Servicio Nacional de Salud y la legislación laboral— y se abrió un periodo de inestabilidad. Después de un breve período, el gobierno se negó a negociar con la izquierda sobre los presupuestos del Estado y estos fueron rechazados; esta maniobra condujo a nuevas elecciones y después, por el miedo a un nuevo gobierno de derechas, a un gobierno del PS con mayoría absoluta, lo que supuso un revés para los partidos de izquierda.

Empezó así el verdadero problema, ya que un gobierno tan poderoso, que solo dependía de sí mismo, resultó ser muy inestable: muchos ministros y secretarios de Estado dimitieron razones muy distintas, entre ellas causas judiciales e investigaciones por malas prácticas financieras y terminó con la dimisión del primer ministro, cuando se encontró en su despacho un sobre con dinero en efectivo que era un pago de las autoridades angoleñas a su jefe de gabinete. Por ese motivo hay nuevas elecciones.

Debo subrayar que esta crisis política solo es comprensible en el contexto del desastre de la política social del gobierno, especialmente en materia de vivienda y sanidad. Las políticas neoliberales han llevado a la desintegración del Servicio Nacional de Salud (el fin de semana que hicimos esta entrevista, lo habitual era esperar veinte horas para la asistencia en urgencias en los hospitales públicos de las principales ciudades). Como consecuencia, la movilización social, en particular por la sanidad y la vivienda, ha sacado a la calle a miles de personas en un enfrentamiento creciente contra las políticas neoliberales.

¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta el Bloco de Esquerda en estas próximas elecciones?

El problema político es que la mayoría absoluta del PS fue un completo desastre. El propio partido reconoció recientemente el problema, ya que el primer ministro y líder del PS fue sustituido y el partido ahora es dirigido por otro miembro del partido. Queremos evitar cualquier nueva mayoría de partido único, para imponer nuevas políticas que cambien drásticamente la manera de enfocar las cuestiones sobre los servicios públicos, la inversión, el bienestar y las condiciones de trabajo.

Este es el problema social que está en el centro de nuestra campaña: queremos derrotar el enfoque neoliberal que, por ejemplo, ha promovido el éxito del mercado de la vivienda, lo que se traduce en los precios más altos de Europa —es más caro alquilar una casa en Lisboa que en Madrid o Milán; queremos restringir las empresas sanitarias privadas y reconstruir un servicio público capaz de atender a la población con calidad e inclusión; lucharemos por los salarios y las pensiones para reducir la pobreza y conseguir mejores condiciones para los trabajadores. En un país con un 40 por cien de pobreza, solo mitigada por las prestaciones sociales en la mitad de los casos, es necesario un nuevo impulso para la acción popular y la movilización y para aportar soluciones para las rentas de los trabajadores y de los pensionistas, para reducir los precios de la vivienda y para promover la educación pública, el transporte público y la cultura, así como para imponer una transición energética y medioambiental. A ésto lo llamamos la lucha por una vida buena, lo que significa atacar al capitalismo y su generación intrínseca de desigualdades y promover una alternativa socialista que conduzca a cambios tangibles en la vida de nuestro pueblo.

¿Cómo analizas el auge de la extrema derecha?

Desde la victoria de Trump, el panorama político internacional cambió para siempre. Y no hay marcha atrás. La derecha tradicional se está convirtiendo en extrema derecha, con los típicos temas trumpistas: inmigración, derechos de las mujeres y otras formas de odio. Esto está siendo impulsado por un nuevo grupo de personas que son muy similares: Trump, Bolsonaro, Milei, Meloni, Le Pen y otros son bufones que basan sus artimañas políticas en el hecho de que son incapaces de resolver los problemas de la gente y distraen su atención con la discriminación de los pobres y de los más vulnerables. En Portugal está ocurriendo lo mismo: de un sistema de grandes y pequeños partidos de derecha, aliados y alineados con el discurso de la Unión Europea (UE), con toda su hipocresía, estamos pasando a un sistema en el que el segundo partido de derecha, y no muy lejos del primero, es de extrema derecha. Esto cambia el discurso, las percepciones sociales y el conflicto sobre el sentido común. Como consecuencia de ello, la izquierda está llamada a movilizarse, a defender y ampliar los derechos sociales que definen la democracia, mientras estos bufones se empeñan en desmantelarla. No nos equivoquemos: la naturaleza de la política está cambiando, los conflictos serán más dramáticos y esta tendencia desplazará el enfoque, la UE experimentará más contradicciones y la lucha por la hegemonía será más agresiva.

El actual líder del Partido Socialista se presenta como alguien dispuesto a tender puentes con los partidos de izquierda. De hecho, formó parte del equipo negociador que llevó al acuerdo firmado entre el PS y el Bloco de Esquerda, así como con el Partido Comunista, de 2015 a 2019. Teniendo en cuenta estos antecedentes, ¿qué propone o está dispuesto a hacer el Bloco de Esquerda para evitar un gobierno de derechas?

Firmamos un acuerdo en 2015 que cambió la vida política en Portugal y, aunque fue bastante limitado, se respetó. Como le decía antes, en 2019 el Partido Socialista rechazó esa alianza y terminó con el desastre que finalmente llevó al hundimiento del Gobierno. Pero claro, tenemos la certeza de que esa mayoría es inalcanzable para el PS, lo que significa que, para evitar un gobierno de derecha y extrema derecha con su consiguiente “revanchismo social”, en el caso de que hubiera una mayoría de centro izquierda en el parlamento, el PS se verá obligado a acercarse a los partidos de izquierda. El reto es lograr una plataforma de acción eficaz en ámbitos difíciles, con la vivienda y la sanidad como ejemplos claros. A la izquierda le costará imponer este impulso de cambio.

Necesitamos una nueva mayoría y esto no será posible sin el Bloco de Esquerda, pero ésta sólo existirá si se adoptan políticas eficaces para resolver los dramáticos problemas sociales actuales, sobre todo los creados o agravados por el último gobierno del PS.

¿Y cómo ven esta cuestión el PS y los demás partidos?

De momento, el nuevo líder del PS dice que solo actuará cuando conozca la nueva composición del Parlamento y que posiblemente negociará una plataforma después de las elecciones —lo que significa que la evitaría si obtuviera una nueva mayoría absoluta, algo que sería muy perjudicial para Portugal y además es bastante improbable— y el PCP dice que no aceptará ninguna convergencia. Ambas respuestas son insatisfactorias y perjudiciales para el país. Por el contrario, no vamos a esperar: las personas merecen saber lo que votan y exigen decisiones políticas valientes contra la estrategia neoliberal. Por eso presionamos a los partidos para que revelen no solo sus programas, sino también si están dispuestos a negociar políticas comunes sobre los principales temas, o para que indiquen si, por el contrario, rechazarán ese planteamiento. Esto sería bastante impopular, pero la exigencia genera una actitud defensiva por parte de estos partidos. De hecho, en el momento de realizar esta entrevista, un gran número de personas, decenas de dirigentes sindicales y de comités de empresa, dos generales, un obispo, varios músicos y artistas destacados, directores de universidad y doce antiguos ministros y secretarios de Estado del Partido Socialista han publicado un llamamiento a la creación de una plataforma entre los partidos de izquierda para proponer soluciones inmediatas y concretas a los principales problemas de la población.

Tomemos como ejemplo la vivienda: para vencer al mercado que ha impuesto una subida vertiginosa de los precios, provocando impactos perversos en los barrios, el desalojo de antiguos inquilinos, el desplazamiento de los jóvenes a los suburbios y la pérdida de conexiones culturales, necesitamos construir y reconstruir más de 100.000 viviendas, utilizando todos los recursos públicos posibles, como edificios antiguos, cuarteles militares y otros, fijando un precio máximo para los alquileres, prohibiendo las ventas a fondos de inversión y a extranjeros no residentes, suprimiendo los insostenibles beneficios fiscales para estas operaciones especulativas.

Estamos dispuestos a hacerlo y a librar esta batalla; esa actitud está en el centro de nuestra campaña, la de ofrecer a la gente una garantía: que los miles de personas que se manifiestan por la vivienda ganarán, igual que los que luchan por mejores salarios o pensiones o por los derechos sociales. Este es el corazón de la democracia, elegir la vida de la gente por encima de los beneficios y los alquileres; este es nuestro objetivo.

* Andrea Peniche es activista feminista y miembro del colectivo A Coletiva, que participa en la organización de la Huelga Feminista Internacional en Portugal. Como autora y coautora, escribe frecuentemente para distintas publicaciones sobre feminismo y filosofía política.